Cómo cambió la relación entre España y Argentina en tiempos de Mauricio Macri

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De las expropiaciones a las visitas oficiales

Un poco de historia y su evolución reciente

La relación entre España y Argentina se ha caracterizado por ser intensa y cotidiana, independientemente del período histórico en la que se la pretenda analizar. Desde la Declaración de Independencia celebrada por Argentina en 1816, la relación entre estos dos Estados trascendió la política y abarca facetas sociales, económicas y lingüísticas, intensificándose de manera exponencial especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

Una característica especial es que pese a haber registrado oscilaciones a través del tiempo, la relación nunca registró rupturas o quiebres de carácter significativo. Sin embargo, no hace mucho tiempo, no se estuvo demasiado lejos de ello.

Algunas nociones del enfoque kirchnerista y su contexto

A partir del primer lustro de los años 2000, aproximadamente, se empezó a dibujar una tendencia en América Latina que marcaría la agenda de toda la región durante diez años.

Los gobiernos de la región empezaron a virar hacia orientaciones políticas de centro izquierda, populistas para algunos, habiendo pasado, casi en general, toda la década de los 90 dentro de modelos políticos y económicos tendientes a la centroderecha, con distintos grados de intensidad en su aplicación. Dicha orientación, vista en conjunto, se llamó marea rosa o pink tide según distintos medios.

Algunos ejemplos de este agrupamiento pudieron observarse en los siguientes Gobiernos:

  • Bolivia: Con la Administración de Evo Morales (2006 – actualidad)
  • Brasil: Gobiernos de Lula da Silva (2003 – 2011) y Dilma Rousseff (2011 – 2016)
  • Ecuador: Gobierno de Rafael Correa (2007 – 2017) y Lenín Moreno (2017 – Actualidad)
  • Paraguay: Gobierno de Fernando Lugo (2008 – 2012)
  • Perú: Alan García Pérez (2006 – 2011) y Ollanta Humala (2011 –   2016)
  • Uruguay: Tabaré Vázquez (2005 – 2010; 2015– actualidad), José Mujica (2010 – 2015)
  • Venezuela: Hugo Chávez (1999 – 2013) y Nicolás Maduro (2013 – Actualidad)

Dentro de este listado, podríamos incluir a la Argentina durante los Gobiernos de Néstor (2003 – 2007) y Cristina Kirchner (2007 – 2015).

Esta orientación generalizada, fue uno de los múltiples factores por los cuales Latinoamérica pretendió constituir un polo de poder separado, haciendo foco en la cooperación regional más allá de la global.

Durante este período, Latinoamérica comenzó a verse a sí misma con una creciente identidad de grupo. Instituciones netamente sudamericanas como la UNASUR, MERCOSUR, CELAC, etc. comenzaron a registrar trabajos destinados a la colaboración interna, ya sea en ámbitos políticos o económicos.

Como símbolo, para destacar este alejamiento de los principales centros de poder, podemos citar el desarrollo de la conferencia del ALCA, en noviembre del 2005, cuando los países del MERCOSUR expresaron de manera categórica su rechazo a la realización de un Área de Libre Comercio en Latinoamérica.

En este sentido, hablando en términos muy generales, se produjo un cierto alejamiento de las economías de la región de los países centrales y de sus principales teorías económicas. El libre mercado y su liberalismo asociado fueron ideas tomadas con desconfianza y alejadas de las políticas públicas.

Su reemplazo fueron estrategias que priorizaban la presencia estatal, el desarrollo interno y, principalmente, la corrección de problemas como las brechas entre ricos y pobres, redistribución del ingreso y riqueza, con un fuerte tinte e identidad regionalista.

Pero la relación se tensó

Dentro de este contexto regional, hubo medidas significativas que la Administración Kirchner tomó y que afectaron de manera muy intensa la histórica relación del país con España.

Podemos pensar en hitos concretos que, enmarcados en una política económica más nacionalista de parte de Argentina, contribuyeron a generar una rápida erosión en la relación con España.

Algunos de ellos:

  • La expropiación de Aerolíneas Argentinas en el año 2008.
  • La expropiación de la compañía petrolera YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales, en la que la compañía Repsol tenía una participación importante) en 2012.
  • Revocaciones de contratos como el del servicio de Aguas y Alcantarillado en la provincia de Buenos Aires, compartido entre la empresa francesa Suez y la española AGBAR en el año 2006.
  • Expropiación de fondos de jubilaciones privados (AFJP), siendo una de las empresas afectadas la española Consolidar, del BBVA.

Estos hitos y otras decisiones de política económica tomadas por la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner resultaron nocivas para la confianza de muchos inversores. Los controles de cambios, excesiva burocracia, complicaciones para el movimiento de divisas y una alegada falta de seguridad jurídica, entre otras, contribuyeron a un importante deterioro de las relaciones con la comunidad internacional de negocios y, particularmente, con el Estado español de parte de Argentina.

El declive en números

El 2012 fue un año crucial en la caída de la inversión española en Argentina. El denominador común: las reducciones en las cifras y una desconfianza creciente hacia la administración de la presidenta Kirchner.

Previamente, entre 2004 y 2006, las empresas españolas representaban cifras cercanas al 30 % de la Inversión Extranjera Directa (IED) en Argentina.

Las cifras mostraban que en 2006 la IED de España tenía una participación del 31 % en el total en Argentina con más de 20 000 millones de dólares. En 2010 la cifra se elevó a 23 413 millones y cinco años después (en 2015) descendió a 13 145 millones.

Este declive se produjo aun teniendo en cuenta la numerosa cantidad de empresas españolas presentes en la economía argentina, algunas de ellas muy importantes e integrando sectores como la banca, las telecomunicaciones, la seguridad, la infraestructura, la industria editorial, la química, el comercio, la agricultura, etc.

El cambio de época: modificaciones, clima e intenciones

Hacia el final del mandato de Cristina Fernández de Kirchner, la sociedad argentina también comenzó a tener síntomas profundos de división y desconfianza. Se instaló una idea, muy difundida en distintos medios de comunicación, que expresaba la existencia de una “grieta” entre sectores kirchneristas y no kirchneristas de la sociedad.

Con el correr del tiempo, la figura del hasta entonces jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, del partido PRO (una coalición tendiente a la centroderecha) llegó a sintetizar las demandas que un importante sector social, incluidos muchos empresarios, demandaban al entonces Gobierno kirchnerista.

Una economía en franco deterioro, relativamente cerrada a la interacción externa, y una situación social con niveles importantes de tensión generaron las condiciones sobre las cuales, en diciembre del año 2015, Mauricio Macri se alzó victorioso en la carrera presidencial, triunfando en una reñida segunda vuelta, frente a Daniel Scioli, quien fuera vicepresidente de la nación durante el mandato de Néstor Kirchner (2003 – 2007) y gobernador de la provincia de Buenos Aires (2007 – 2015).

La victoria de Mauricio Macri representó no solamente la entrada en vigor de un nuevo modelo político en Argentina, sino que, como previamente, integró una nueva tendencia en la que algunos gobiernos de centroizquierda en el continente comenzaron a ser reemplazados por administraciones de signo político distinto.

Perfil del Gobierno de Macri (“Cambiemos”)

A partir de diciembre de 2015, tras el triunfo de Mauricio Macri, hubo numerosos cambios en la política y economía en Argentina.

Del enfoque previo, centrado en un desarrollo regional orientado al hemisferio sur y una economía bastante controlada, Argentina pasó a tomar un camino distinto: el país se orientó hacia un rumbo alineado no solamente a la reinserción internacional del país, sino también a la búsqueda de inversiones.

La comunidad internacional de negocios reconoció este cambio y Mauricio Macri fue tomado como ejemplo del camino correcto. Su presencia, y la de Argentina, en distintos foros internacionales (algunos con sede en Argentina), de múltiples niveles, contrastaba con la de los funcionarios del Gobierno que le precedió.

En este sentido, se pudieron hacer mediciones sobre el clima de negocios. La tendencia era la de la recuperación:

Se ve, por ejemplo que de una escala de 0 a 180, Argentina pasó de 50,1 puntos registrados en enero del 2015 a valores como 107,8, medidos luego de la asunción de Mauricio Macri.

Una nueva relación con España

Con este nuevo contexto, se “relanzó” la relación de Argentina con España. Ambos Gobiernos, movidos por principios relativamente parecidos y colocados no muy lejos dentro del espectro ideológico, se propusieron superar los obstáculos planteados durante la década anterior.

En ese sentido, Mauricio Macri tuvo oportunidad de viajar a España en febrero del 2017 donde le acompañó una comitiva de 200 empresarios. El resultado del encuentro fue muy positivo, enfatizándose la voluntad española de profundizar el flujo de inversiones. Posteriormente, en febrero de este año, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, también hizo un viaje a España, reafirmando intenciones y voluntades. Mostrar que los tiempos cambiaron fue y es una prioridad de la Administración Macri, particularmente en lo que se refiere a inserción internacional.

Además, desde el punto de vista argentino, España resulta un pie fundamental en Europa para la concreción de un objetivo largamente esperado, la firma de un tratado de libre comercio entre la Unión Europea y el MERCOSUR. Por otra parte, otra señal de amistad expedida por España ha consistido en el soporte al reclamo argentino de apertura del mercado del biodiesel europeo.

Este contexto, entonces, se configura favorable para la visita de Mariano Rajoy a la Argentina, prevista para los próximos días a Buenos Aires, que en suma, refleja un cambio de aire y una marcada muestra de optimismo por parte del Estado español. Por otra parte, está previsto un segundo retorno de Rajoy al país, en ocasión de la cumbre que realizará el G20 a final de noviembre de este mismo año.

Como corolario, si bien los vínculos entre la Argentina y España se encuentran en un proceso de saneamiento, y el 75 % de las empresas españolas con inversión en América Latina prevén aumentar o mantener la inversión, se registra cautela en la comunidad de negocios.

Especialmente en el caso argentino, se espera que los indicadores económicos y políticos se consoliden para reafirmar la tendencia y robustecer las relaciones.

De todas maneras, y con la prudencia que el caso exige, tomará aún más tiempo lograr la compatibilización definitiva de los objetivos de ambos Estados: el argentino, de promover un flujo de inversiones que sirva como herramienta de reducción de déficit y creación de empleos y, por otro lado, el español, de contar con un socio confiable, previsible y estable para hacer crecer la inversión y el intercambio.

Reflexiones finales

La llegada del presidente español, en carácter oficial, no hace otra cosa que reafirmar la voluntad de colaboración y predisposición para que ambos países profundicen sus vínculos. Para muchos puede ser una devolución de cortesía, ya que Rajoy aprovecha su participación en la Cumbre Iberoamericana de Perú para visitar Argentina.

Pero lo cierto es que a ambas naciones las respaldan años de hermanamiento cultural, que hacen mucho más fuerte la relación y permiten trabajar en agendas combinadas de largo plazo. Tanto España como Argentina son puertas de entrada a la Unión Europea y al Mercosur/Alianza del Pacífico. Ambos países saben y entienden que es estratégico apostar por la integración mundial, no solo regional, en vista de los cambios geopolíticos que están intentando consolidar Estados Unidos y China.

Pero, además, en el caso de nuestra nación y la “Madre Patria” –como denominamos en Argentina a España– existe una relación casi de amistad entre los dos primeros mandatarios. Esto permite pensar en relaciones estratégicas que esperamos sean a largo plazo.

Autores

Marcos Niscovolos

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