Sector energético en Panamá: retos en la gestión de la reputación

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    Panamá

El sector energético panameño ha evolucionado significativamente desde su privatización en 1997, con cambios reales en el modelo de operación del mercado y un claro avance en cuanto a la mejora de la oferta, suministro y atención al cliente. Este desarrollo ha situado al sector energético en el punto de mira del debate político, social y empresarial del país, con una creciente y activa participación de la sociedad, que tiene hoy un rol decisivo dentro del sector energético y, por ende, también económico.

Te invito a leer el informe especial “El sector energético en Panamá: retos en la gestión de la reputación”, en el que analizamos el rol que juega y/o deberían jugar tanto la Administración Pública como las empresas que participan en este sector.

Para el Gobierno y las empresas que participan del sector, es necesario adaptarse a este nuevo panorama, por un lado, con los planes de expansión y regulación que ya ejecuta el Gobierno; y por otro, con un plan intensivo de relacionamiento, docencia y comunicación frente a sus grupos de interés.

Las medidas anunciadas por el Gobierno Nacional para adaptarse a este panorama energético y equilibrar la demanda con la oferta, suponen una revolución en el sector por la profundidad de las modificaciones, el volumen de inversión y la activa participación de la población. Algunos de estos avances se han visto ralentizados, precisamente por la expectación que han causado en distintos sectores de la población, con acontecimientos como el conflicto con los Ngäbe-Buglé, la venta de acciones del Estado en las empresas energéticas o por algunos de los cambios propuestos en las leyes del mercado eléctrico.

Desde la Administración Pública, el contacto con los distintos actores involucrados pareciera ser más espontáneo que estratégico. De cara a los trámites legislativos y adopción de medidas ejecutivas, siempre es positivo contar con la opinión del tejido social. Su percepción con respecto a un debate en particular mejoraría si estos fuesen debidamente informados y consultados, o al menos, si así lo sintiesen.

La cobertura mediática en el sector energético, en el último año, evidencia esta falta de estrategia, al revelar la disconformidad en cuanto a las medidas adoptadas, por parte de un gran número de grupos, incluyendo usuarios, gobiernos locales, comunidades aledañas a los proyectos, organizaciones no gubernamentales, partidos de oposición, entre otros.

Según revela el informe, en este panorama, las empresas pueden ser las grandes protagonistas o las grandes víctimas; no depende únicamente de su capacidad de crear planes alineados con los planes de la administración gubernamental, sino de su capacidad de comunicarlos eficazmente a la población. El sector privado debería estar trabajando en la gestión efectiva de su reputación, que se construye únicamente con el constante intercambio de información, el relacionamiento con su stakeholders, la docencia y, en general, en la comunicación de sus planes y proyectos. Si nuestros grupos de interés visualizaran a la empresa y sus operaciones como una oportunidad más que como una amenaza, habría mayor ocasión de negociación y los resultados podrían ser más positivos.

Por supuesto, todas estas acciones deben estar apoyadas de un buen plan de relacionamiento con los medios de comunicación. Ellos son el mayor, más importante y, muchas veces, único altavoz de la gestión de las empresas. Si ellos no comprenden la postura de una compañía o de una administración respecto a un tema, las posibilidades de éxito se reducen al mínimo. De ahí la importancia en dedicar el tiempo, recursos y esfuerzos para informar y relacionarnos con nuestros grupos de interés, directamente y a través de los medios de comunicación.

La fiscalización responsable por parte de los medios de comunicación, obliga a las partes a comprometerse frente a sus grupos de interés lo que, a su vez, contribuye el interés general. Esta dinámica, además, es un sano ejercicio de transparencia que, a la larga, sólo trae beneficios.

Javier Rosado, Director General de LLORENTE & CUENCA PanamáEl sector energético panameño ha evolucionado significativamente desde su privatización en 1997, con cambios reales en el modelo de operación del mercado y un claro avance en cuanto a la mejora de la oferta, suministro y atención al cliente. Este desarrollo ha situado al sector energético en el punto de mira del debate político, social y empresarial del país, con una creciente y activa participación de la sociedad, que tiene hoy un rol decisivo dentro del sector energético y, por ende, también económico.

Te invito a leer el informe especial “El sector energético en Panamá: retos en la gestión de la reputación”, en el que analizamos el rol que juega y/o deberían jugar tanto la Administración Pública como las empresas que participan en este sector.

Para el Gobierno y las empresas que participan del sector, es necesario adaptarse a este nuevo panorama, por un lado, con los planes de expansión y regulación que ya ejecuta el Gobierno; y por otro, con un plan intensivo de relacionamiento, docencia y comunicación frente a sus grupos de interés.

Las medidas anunciadas por el Gobierno Nacional para adaptarse a este panorama energético y equilibrar la demanda con la oferta, suponen una revolución en el sector por la profundidad de las modificaciones, el volumen de inversión y la activa participación de la población. Algunos de estos avances se han visto ralentizados, precisamente por la expectación que han causado en distintos sectores de la población, con acontecimientos como el conflicto con los Ngäbe-Buglé, la venta de acciones del Estado en las empresas energéticas o por algunos de los cambios propuestos en las leyes del mercado eléctrico.

Desde la Administración Pública, el contacto con los distintos actores involucrados pareciera ser más espontáneo que estratégico. De cara a los trámites legislativos y adopción de medidas ejecutivas, siempre es positivo contar con la opinión del tejido social. Su percepción con respecto a un debate en particular mejoraría si estos fuesen debidamente informados y consultados, o al menos, si así lo sintiesen.

La cobertura mediática en el sector energético, en el último año, evidencia esta falta de estrategia, al revelar la disconformidad en cuanto a las medidas adoptadas, por parte de un gran número de grupos, incluyendo usuarios, gobiernos locales, comunidades aledañas a los proyectos, organizaciones no gubernamentales, partidos de oposición, entre otros.

Según revela el informe, en este panorama, las empresas pueden ser las grandes protagonistas o las grandes víctimas; no depende únicamente de su capacidad de crear planes alineados con los planes de la administración gubernamental, sino de su capacidad de comunicarlos eficazmente a la población. El sector privado debería estar trabajando en la gestión efectiva de su reputación, que se construye únicamente con el constante intercambio de información, el relacionamiento con su stakeholders, la docencia y, en general, en la comunicación de sus planes y proyectos. Si nuestros grupos de interés visualizaran a la empresa y sus operaciones como una oportunidad más que como una amenaza, habría mayor ocasión de negociación y los resultados podrían ser más positivos.

Por supuesto, todas estas acciones deben estar apoyadas de un buen plan de relacionamiento con los medios de comunicación. Ellos son el mayor, más importante y, muchas veces, único altavoz de la gestión de las empresas. Si ellos no comprenden la postura de una compañía o de una administración respecto a un tema, las posibilidades de éxito se reducen al mínimo. De ahí la importancia en dedicar el tiempo, recursos y esfuerzos para informar y relacionarnos con nuestros grupos de interés, directamente y a través de los medios de comunicación.

La fiscalización responsable por parte de los medios de comunicación, obliga a las partes a comprometerse frente a sus grupos de interés lo que, a su vez, contribuye el interés general. Esta dinámica, además, es un sano ejercicio de transparencia que, a la larga, sólo trae beneficios.

Javier Rosado, Director General de LLORENTE & CUENCA PanamáEl sector energético panameño ha evolucionado significativamente desde su privatización en 1997, con cambios reales en el modelo de operación del mercado y un claro avance en cuanto a la mejora de la oferta, suministro y atención al cliente. Este desarrollo ha situado al sector energético en el punto de mira del debate político, social y empresarial del país, con una creciente y activa participación de la sociedad, que tiene hoy un rol decisivo dentro del sector energético y, por ende, también económico.

Te invito a leer el informe especial “El sector energético en Panamá: retos en la gestión de la reputación”, en el que analizamos el rol que juega y/o deberían jugar tanto la Administración Pública como las empresas que participan en este sector.

Para el Gobierno y las empresas que participan del sector, es necesario adaptarse a este nuevo panorama, por un lado, con los planes de expansión y regulación que ya ejecuta el Gobierno; y por otro, con un plan intensivo de relacionamiento, docencia y comunicación frente a sus grupos de interés.

Las medidas anunciadas por el Gobierno Nacional para adaptarse a este panorama energético y equilibrar la demanda con la oferta, suponen una revolución en el sector por la profundidad de las modificaciones, el volumen de inversión y la activa participación de la población. Algunos de estos avances se han visto ralentizados, precisamente por la expectación que han causado en distintos sectores de la población, con acontecimientos como el conflicto con los Ngäbe-Buglé, la venta de acciones del Estado en las empresas energéticas o por algunos de los cambios propuestos en las leyes del mercado eléctrico.

Desde la Administración Pública, el contacto con los distintos actores involucrados pareciera ser más espontáneo que estratégico. De cara a los trámites legislativos y adopción de medidas ejecutivas, siempre es positivo contar con la opinión del tejido social. Su percepción con respecto a un debate en particular mejoraría si estos fuesen debidamente informados y consultados, o al menos, si así lo sintiesen.

La cobertura mediática en el sector energético, en el último año, evidencia esta falta de estrategia, al revelar la disconformidad en cuanto a las medidas adoptadas, por parte de un gran número de grupos, incluyendo usuarios, gobiernos locales, comunidades aledañas a los proyectos, organizaciones no gubernamentales, partidos de oposición, entre otros.

Según revela el informe, en este panorama, las empresas pueden ser las grandes protagonistas o las grandes víctimas; no depende únicamente de su capacidad de crear planes alineados con los planes de la administración gubernamental, sino de su capacidad de comunicarlos eficazmente a la población. El sector privado debería estar trabajando en la gestión efectiva de su reputación, que se construye únicamente con el constante intercambio de información, el relacionamiento con su stakeholders, la docencia y, en general, en la comunicación de sus planes y proyectos. Si nuestros grupos de interés visualizaran a la empresa y sus operaciones como una oportunidad más que como una amenaza, habría mayor ocasión de negociación y los resultados podrían ser más positivos.

Por supuesto, todas estas acciones deben estar apoyadas de un buen plan de relacionamiento con los medios de comunicación. Ellos son el mayor, más importante y, muchas veces, único altavoz de la gestión de las empresas. Si ellos no comprenden la postura de una compañía o de una administración respecto a un tema, las posibilidades de éxito se reducen al mínimo. De ahí la importancia en dedicar el tiempo, recursos y esfuerzos para informar y relacionarnos con nuestros grupos de interés, directamente y a través de los medios de comunicación.

La fiscalización responsable por parte de los medios de comunicación, obliga a las partes a comprometerse frente a sus grupos de interés lo que, a su vez, contribuye el interés general. Esta dinámica, además, es un sano ejercicio de transparencia que, a la larga, sólo trae beneficios.

Javier Rosado, Director General de LLORENTE & CUENCA Panamá